El ghosting terapéutico dice mucho de cómo te encuentras

La Terapia Gestalt o la Terapia Feminista pueden no ser para todas las personas. Las más mentales pueden sentirse más cómodas en procesos psicoanalíticos y las más prácticas pueden prefieren recurrir, por ejemplo, a la Terapia Cognitivo Conductual. Cualquier corriente, ya sea más científica, humanista o espiritual, será la adecuada para ti, siempre y cuando sientas que estás en un lugar seguro y de crecimiento.
 
En la Terapia Feminista, como en cualquier otra, existen altibajos en el trabajo emocional. Muchas veces iniciamos el proceso terapéutico con una angustia o ansiedad tal altas que el simple hecho de ser escuchadas/os conlleva una importante y rápida mejoría emocional. 
 
Algunas personas al sentir esto solicitan espaciar las sesiones o incluso abandonan la terapia, creyendo que su dificultad inicial está resuelta. Esto impide aprovechar el momento en que su activación emocional es menor y, por lo tanto, se sienten, más fuertes para profundizar en el trabajo emocional porque ahora sí pueden sostener el dolor, el enfado o el miedo que este les puede implicar.
 
Hay personas que comienzan a llegar tarde a sus sesiones, las cancelan, y en los casos menos frecuentes, se marcan un ghosting terapeútico, porque en ellas existe este miedo inconsciente a tocar con algo doloroso o difícil de su vida. 
 
Si esto ocurre en el marco de la Terapia Feminista, no implica que no me afecte como terapeuta (me importan mucho las mujeres y hombres a los que tengo la suerte acompañar) pero sí trato de trabajar con la persona que es de ella misma (y de su necesidad) de quien se olvida y a quien no prioriza cuando deja de acudir a terapia, y que lo fundamental en ese momento no es juzgarse o fustigarse, sino ser compasiva con una/o para poder reconocer su dificultad.