Mujeres y hombres hemos interiorizado roles y estereotipos de género que perpetúan lógicas de desigualdad social, limitan nuestra autenticidad y autonomía, y pueden convertirse en importantes fuentes de dolor y castigo social, cuando no cumplimos con estas expectativas del entorno.

Muchas mujeres sufren ansiedad por no ser capaces de expresar o conectar con una emoción tan básica como el enfado. Se sienten inseguras por no ser suficiente(mente guapas | inteligentes | fuertes | comprensivas…), o viven en un cuestionamiento externo constante por no ser madres.

Mientras, los hombres, especialmente aquellos que no se reconocen en el rol agresivo y competitivo que la sociedad impone, suelen ser víctimas de síntomas y malestares relacionados con la dificultad para expresar sus auténticos deseos y emociones, el reconocimiento de su vulnerabilidad, y la subordinación implícita de las mujeres.

La Terapia Feminista favorece el trabajo emocional con mujeres y hombres, desde la toma de conciencia de estas formas de sentir, pensar y relacionarnos con nuestros cuerpos y el mundo, atendiendo a la diversidad de identidades y acompañando a la persona desde la comprensión de cómo el origen social, la etnia, la religión o la identidad sexual marcan de manera profunda su desarrollo individual.