Qué hacer cuando no te identificas con quien dicen que eres

Durante la infancia, y a menudo también durante nuestra edad adulta, recibimos mensajes continuados sobre quiénes o cómo somos. La Terapia Gestalt y la Terapia Feminista son dos instrumentos valiosísimos para conocer qué emociones te generan  y si estás sobreidentificada/o con alguno de ellos.

Una de las herramientas de la Terapia Gestalt que más me gusta utilizar con las personas a las que acompaño, es darles voz a esas sentencias, aparentes halagos o señalamientos que todas las personas hemos recibido de nuestro entorno: familia, amistades, la escuela… Esa frase de nuestro padre o nuestra profesora que no es tan familiar: “lrene era muy independiente”, “Tomás es muy vergonzoso”, “Yolanda es un desastre” o “Pablo no es como su hermano”, lo que eso signifique.

Gracias a la Terapia Gestalt aprendemos a reconocer que algunos de estos mensajes son como patadas en el estómago (especialmente si son despectivos o nos comparan con otra persona), y comprendemos como muchos otros, aparentemente neutros o incluso positivos, que un día pareciera que nos hacían sentir importantes o especiales, son a día de hoy tremendamente limitantes y/o dolorosos. La Terapia Feminista, por su lado, además, nos permite distanciarnos de esas frases que tienen más que ver con estereotipos de género que con quienes realmente somos.

Porque el mayor peligro de este tipo de “narrativas inocentes” no es que se formulen (que también) si no que inconscientemente sellamos a fuego una determinada manera de autopercibirnos y no nos damos la oportunidad de reconocer si somos realmente así o si lo somos a un 10 o un 75%.