El trabajo emocional desde la Terapia Gestalt facilita herramientas para reconocer cuál es el problema específico que está ligado a cada emoción que experimentas, así como la manera de resolverlo.
Todas las personas experimentamos miedo, algunas se quedan pegadas a él y otras actúan como si no existiera, lo niegan, y, en general, solemos ver el miedo como un problema. Sin embargo, el miedo, como cualquier otra emoción, aparece en nuestra vida para indicarnos que existe un desequilibrio entre la amenaza que estamos percibiendo y los recursos con los que contamos para afrontarla.
La interpretación que hacemos del miedo como “nuestro gran enemigo a combatir” puede activar nuestro sentimiento de culpa, paralizándonos y martirizándonos con el “ya estás otra vez con lo mismo”, o ponernos en la acción desaforada para “resolverlo de una vez”, perdiendo el foco de aquello que realmente necesitamos: un trabajo emocional que nos permita leer y aprovechar la información que transmite este miedo.
La Terapia Gestalt, reconoce el miedo como lo que es, una emoción más que ha de ser experimentada y escuchada, como único camino para acabar con el círculo vicioso del catastrofismo personal, que acaba por convertir ese miedo en crónico, sentando las bases de un posible agravamiento progresivo.
Tu miedo no es el problema, tu miedo habla de una carencia personal, y si no lo observas y asistes, si sólo buscas suprimirlo a toda costa, es probable que crezca y se transforme en un ataque de pánico o ansiedad, pero si lo escuchas y respetas, desde el trabajo emocional, tu miedo se calmará porque se sentirá, por primera vez, tenido en cuenta.