“Tienes que acabar con la cabeza después de escucharnos a todas…” me dijo ayer una paciente al salir de su sesión de Terapia Feminista. Como humana que soy, tengo días mejores y días peores, pero siempre me siento agradecida de que tantas personas depositen en mí la confianza de contarme sus asuntos más difíciles y de comprometerse, además, a iniciar un trabajo emocional con ellos.
Algunas de ellas, pertenecen al colectivo LGTBI+ y han compartido conmigo experiencias de incomprensión, rechazo o incluso violencia, que aún les condicionan.
Desde la Terapia Gestalt, estos relatos se trabajan como un evento traumático que impidió a la persona desarrollar su identidad libremente, sintiéndose en un entorno seguro y amparada por vínculos de confianza. Además de este trabajo emocional, desde la Terapia Feminista se contextualiza lo ocurrido y sentido dentro de un Sistema Patriarcal que a día de hoy sigue violentado a la persona, buscando espacios de autocuidado y lucha social.
Porque el 28 de junio, Día internacional del orgullo LGTBI+, va más allá de reivindicar el Derecho a Amar, implica (como también la Terapia Feminista) la exigencia de que sea real el Derecho a Ser de manera integral en un mundo que a día de hoy sigue oprimiendo, golpeando y asesinando a personas por el simple hecho de existir.