La Terapia Feminista y la Terapia de Grupo le deben mucho a los grupos de autoconciencia (conciousness raising o awareness raising) organizandos por el movimiento feminista estadounidense de la década de 1960. Estos grupos, que se reunían una vez por semana con un número reducido de personas, facilitaban a sus participantes un espacio de trabajo emocional donde analizar sus vidas y descubrir que aquello que parecían problemas aislados e individuales eran en realidad el reflejo de condiciones comunes a las que todas ellas se enfrentaban. Permitieron que miles de mujeres entendieran que sus sentimientos significaban algo que merecía la pena analizar y de lo que además, podían aprender.
Gracias a la influencia de estos grupos de autoconciencia, la Terapia de Grupo desde el enfoque de la Terapia Feminista entiende que las personas nos encontramos cada vez más aisladas unas de otras, en un mundo donde reina la inmediatez del “para ayer”, la falsedad del rostro sin imperfecciones de los filtros de las redes sociales y el individualismo del “yo, mí, me, conmigo”. Esto hace que creamos que muchos de nuestros problemas son «personales» y no el resultado de conflictos interpersonales recurrentes o formas sistemáticas de opresión.
La Terapia de Grupo desde la Terapia Feminista permite analizar nuestras vidas sin la interferencia del elemento conflictivo, siendo escuchadas y escuchados por personas con sentimientos o vivencias compartidas, bajo el trabajo emocional y la premisa feminista de «… en nuestros grupos, compartamos nuestros sentimientos y juntémoslos. Dejémonos ir y ver a dónde conducen nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos nos conducirán a ideas y luego a acciones”.