Si algo tenemos grabado a fuego las mujeres es que lo nuestro siempre puede esperar. No en vano, muchos de los derechos que se consideran “femeninos” son siempre los primeros en verse recortados cuando llegan las vacas flacas. Ante esta tesitura y desde la tarima que gracias a la Terapia Feminista me he podido construir, te pregunto: ¿te das prioridad a ti?
“Qué más da” y “no me cuesta nada” son algunas de las expresiones que más escucho en las sesiones de acompañamiento Gestalt que desarrollo en Madrid. Muy de cerca, el “no sé hacerlo de otra forma” asoma el hocico, y yo, emocionada, sé que estamos en el camino correcto.
El trabajo emocional, especialmente con mujeres, suele arrojar una tremenda culpa cuando escogemos nuestras necesidades o deseos y le decimos que no al jefe que había pensado que éramos la candidata perfecta para revisar esa montaña de informes, o cuando al teléfono con una amiga, pensamos que, en realidad, no nos apetece nada ese plan de cena y copas que nos está planteando.
A menudo, por no escuchar nuestra voz interna y no tener que decirle que no a algo o alguien, nos vemos en actividades o con personas con las que no queremos estar, soportando una tremenda tensión emocional que acabamos por soltar de manera abrupta cuando conseguimos salir de esa situación o relación, muchas veces de manera injustificada y con quien pasaba por ahí o, lo que es peor, con las personas que más nos importan.
¿Te imaginas no tener que llegar a sentir esa tensión en tu cuello? ¿Liberarte del malestar de estómago o la sequedad de tu garganta? ¿Poder contar con un espacio propio donde preguntarte en voz alta: “y ante esto, ¿qué es lo que yo quiero hacer?”.
Eso es la Terapia Feminista con enfoque Gestalt, un espacio donde poder escucharte e incluso, “hacerlo mal” sin juzgarte.