Cuando hablo de a qué me dedico, la gente suele pensar que uno: la Terapia Feminista es sólo para mujeres, y dos: es sólo para mujeres jóvenes. Pues ni una cosa ni otra. Acompaño a hombres, y también a mujeres de todas las edades. De hecho, son precisamente las mujeres maduras las que agradecen especialmente un espacio de Terapia Feminista donde no se las cuestione ni revise desde los valores de la sociedad en la que crecieron y que, afortunadamente, sienten que ya han dejado atrás.
Muchas de ellas han recibido críticas por parte de su familia por no seguir el rol de mujer tradicional, no han contado con el apoyo que necesitaban para salir de un matrimonio que no les hacía feliz o cargan con la culpa de no llegar a cumplir jamás las expectativas de sus hijos o hijas. Miran a su alrededor, y se sienten unas extrañas, solas e incomprendidas, y gracias al trabajo emocional que llevamos a cabo en la Terapia Feminista, logran contactar con sus emociones, con quien realmente son ellas, sus deseos y necesidades.
Ellas, quienes nos cuidan, especialmente en estas fiestas (no te olvides que la Navidad son las madres), merecen más que nadie un espacio propio que se les ha negado durante gran parte de su vida. Espacio que, además, una vez creado afecta muy positivamente a su salud, emocional y física.
No importa cuánto se haya andando o conseguido en esta vida, siempre hay tiempo de cuidarse.
No importa cuánto se haya andando o conseguido en esta vida, siempre hay tiempo de cuidarse.