Abraza tu inseguridad, deja de fingir ser quién no eres

La inseguridad suele ser un tema central en la Terapia Feminista. Todas las personas a las que acompaño experimentan en algún momento de su vida esa sensación de incomodidad o falta de valía, sin embargo, lo que observamos en nuestras sesiones es que se esfuerzan muchísimo para mostrar seguridad hacia fuera: hacia sus compañeros o compañeras de trabajo, sus ligues, su jefe o sus padres, y lo hacen muchas veces, tan bien, aun sintiéndose profundamente inseguras, que pierden el poder tener un soporte o un apoyo externo en esas situaciones de dificultad.

En la Terapia Feminista, la seguridad implica reconocernos esa inseguridad hacia fuera y dejar de jugar papeles dañinos y bien conocidos como los de: «poder con todo», «hacer como que no te afectan sus palabras» o «echarte a la espalda los problemas de otras personas».

La seguridad real implica conocerse en profundidad y reconocerse que, en determinadas situaciones, podemos sentir miedo, desconfianza o inseguridad, y que eso no significa que algo esté mal en nosotras/os o que no vayamos a poder superar esa primera sensación o emoción que socialmente se lee como negativa.

Gracias al trabajo emocional dentro la Terapia Feminista, comprehendemos por qué hay momentos, personas o experiencias que nos provocan ese ir “como un elefante en una cacharrería”, y somos capaces de rebajar esa tensión inicial y alcanzar la seguridad necesaria que nos permitirá desarrollar esas acciones o relaciones  que deseamos de una manera satisfactoria.

Porque ante la adversidad, hay que ver más allá de los árboles, entendiendo que hay un bosque detrás, y que a veces el trabajo no va de coger el hacha y ponerse a talar, si no de parar, buscar refugio, hacer un fuego y preguntarse: ¿ahora mismo qué es lo que necesito? ¿Qué me daría más seguridad? Y desde ahí, confiar y respetarse, no obligándonos a ser alguien que en ese momento no podemos ser.