Recientemente he tenido la suerte de participar en la campaña diseñada y realizada por la agencia Amundsen para la marca Point Fort Fichet ES, titulada la «Seguridad en todos los sentidos».
He aportado mi visión como profesional de la Terapia Feminista y he de confesar que me hace realmente feliz que cada vez haya más empresas que vean natural el incorporar en su mensaje la vivencia de las mujeres y la necesidad de preguntarnos como sociedad hacia dónde vamos y en qué tenemos que avanzar para lograr un mundo en el que todas las personas podamos sentirnos realmente libres y seguras.
Si te interesa conocer más sobre cómo se trabaja el sentimiento de seguridad en las mujeres desde la Terapia Feminista, puedes visualizar este pequeño fragmento y/o leer más abajo la entrevista completa.
¿Qué entiende por "seguridad" la Terapia Feminista?
Las personas estamos entrenadas para mostrar “seguridad hacia fuera”: hacia nuestras compañeras de trabajo, nuestra pareja, nuestro jefe, nuestros padres…, y lo hacemos tan bien que impiden que podamos tener un soporte o un apoyo externo en esas situaciones de dificultad.
La seguridad en la Terapia Feminista implica conocerse en profundidad y reconocerse que, en determinadas situaciones, una persona puede sentir miedo, desconfianza, inseguridad… sin que eso signifique que algo esté mal o que no vaya a poder superar esa primera sensación o emoción que socialmente leemos como negativa.
Porque, cuando desde la Terapia Feminista hemos hecho un trabajo emocional y somos capaces de entender por qué hay momentos, personas o experiencias que nos provocan ese ir como un elefante en una cacharrería a nivel emocional, toda esa tensión baja y somos capaces de alcanzar esa seguridad que nos permite desarrollar acciones o relaciones de manera satisfactoria.
¿Cómo hemos avanzado en lo que respecta a igualdad de oportunidades y en el sentimiento de seguridad las mujeres en España?
Hemos avanzado muchísimo, especialmente en el lugar que las mujeres ocupamos en el espacio público. Ya no es cuestionable que nosotras salgamos a estudiar, a trabajar o a divertirnos. No sentimos mucho más seguras de lo que se sentían nuestras madres o nuestras abuelas, porque contamos obviamente con un respaldo institucional y legal, pero, sobre todo, porque se ha integrado la mirada del feminismo en la opinión pública: cuando se dan situaciones de violencia o de desigualdad, la sociedad ya no puede mirar para otro lado.
Las mujeres hemos conquistado cimas muy altas e inaccesibles, pero también estamos pagando un precio muy alto, porque alcanzar esos espacios públicos no ha conllevado dejar de hacernos cargo de todo el trabajo de cuidados en el espacio doméstico.
Las mujeres tenemos que ser “supermujeres”, tenemos que sentirnos siempre seguras en nuestro puesto de trabajo, seguras en nuestras relaciones sociales, seguras en la gestión del hogar, seguras con nuestras familias y en nuestro entorno social, no cabe, la vulnerabilidad en la mujer moderna, tenemos que poder con todo, y eso es materialmente imposible, lo que provoca en las mujeres, muchísima culpa que leemos como inseguridad.
¿Cómo se trabaja el refuerzo de la confianza y la seguridad de las mujeres en la Terapia Feminista?
En primer lugar: las mujeres tienen que sentirse -a veces por primera vez en su vida- realmente escuchadas. La mayor parte de mi trabajo como Terapeuta Feminista consiste en estar presente ante las personas a las que acompaño. ¿Qué significa estar presente? Estar genuina y honestamente con ellas.
Muchas mujeres piensan que lo que les ocurre y sienten, es algo que nos les sucede a otras personas, y que se explica únicamente por un rasgo suyo, algo que no funciona o que no está bien.
El segundo paso a seguir consistiría en ver qué cosas tienen que ver con ellas, y, por tanto, pueden ser modificadas o aceptadas, y qué partes no son un fallo suyo, sino un error del sistema. Se trataría de integrar, por un lado, la comprehensión de los aspectos de su personalidad, que en un momento determinado pueden generarles desconfianza o inseguridad, junto, con la convicción de que aún vivimos en un sistema que no garantiza plenamente a las mujeres el poder vivir en condiciones de seguridad en los diferentes
ámbitos de su vida.
Muchas de las mujeres que han visto dañadas su confianza o seguridad, no lo han sido por sus propios actos, si no en consecuencia de relaciones o conductas dañinas motivadas por el cuidado o la protección de un tercero.
La seguridad en las mujeres implica necesariamente, cuidarse y darse prioridad a una misma frente a las demás personas.
¿Qué herramientas puede aportar la Terapia Feminista a una mujer que se siente insegura hoy en día?
¿Qué mujer no se siente insegura hoy en día? Nuestra inseguridad bebe de muchos caños: la sobrecarga mental de la supermujer de nuestros días, la exigencia de la delgadez y el canon de belleza inalcanzable de esta sociedad, el síndrome de la impostora e incluso la propia inseguridad muchas veces transmitida por nuestros padres.
Por ello, desde la Terapia Feminista cuando trabajamos la seguridad de las mujeres, partimos de lo que desde el feminismo se llama Sororidad: la comprensión y el entendimiento de que, desde mi propia experiencia como mujer, psicóloga, y en algún momento también paciente, estoy segura de que en algún momento de mi vida he pasado por algo parecido a lo que puede estar pasando cualquier mujer ahora mismo.
En otras palabras, para mí, la clave, si te estás sintiendo insegura, es que encuentres a una persona, ya sea profesional o alguien de su entorno, que tenga esta mirada, que te pueda acompañar viendo más allá de los árboles, entendiendo que hay un bosque detrás, y que a veces el trabajo no va de coger el hacha y ponerse a talar, si no de parar, buscar refugio, hacer un fuego y preguntarse: ¿ahora mismo qué es lo que necesito? ¿Qué me daría más seguridad? Y desde ahí, confiar y respetarse, no obligándonos a ser alguien que no puedes ser.